jueves, 30 de agosto de 2012

La vache que lit

Siento decirte que el humano no es más que un ser orgulloso y narcisista. Como si se creyera el único partícipe de ciertos dones que le ha otorgado la naturaleza por su cara bonita. 

¿Y por qué lo dices? Pues, por ejemplo, porque pensáis que se os ha concedido el don de la memoria por la gracia divina. Y os creéis que todos los demás seres recomenzamos todos los días nuestro ser animal, como si no nos acordáramos de lo que hubiéramos hecho el día anterior. Como si ese día anterior, del que se supone que vosotros habéis extraído tantas conclusiones, para nosotros nunca hubiera existido. Yo diría que memoria tenemos, y bastante más que vosotros. Pues no entiendo muy bien a qué le llamáis memoria, porque habría que ver quién, de todos los seres que pueblan la tierra, es el único que patina sobre sus memorias y queda enredado en la maraña de sus propias miserias. Me vendrás ahora con que somos el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra ¿no? ¿Animal dices? ¿Es que por fin habéis admitido que sois animales? ¡Pues sí que os ha costado! Habéis jugado durante mucho tiempo a no ser animales, y en todo ese lapso no os habéis dado cuenta de que, habiendo conseguido amansar a todas la fieras, sois la única bestia salvaje que ha quedado. ¡Vaya hombre! La Condesa de Pitiminí ha hablado. No te confundas, no es la nobleza, sino el vulgo animal el que se reivindica y te dice que lleváis dos mil años negando nuestra vida espiritual de la misma manera que se la negasteis a otros congéneres de vuestra raza hasta hace bien poco. No distinguís en nosotros ningún atisbo de sensibilidad, ni de alegría ni de dolor, ni de felicidad ni de tristeza. Ninguna de todas aquellas tribulaciones del alma que a vosotros os hacen tan vitales. Y el fruto de ese desprecio es que, por un pedazo de carne nuestra, seáis capaces de privarnos de un sol, de una luz y de una poca de vida con la que nuestro destino se hubiera alegrado tanto.
Sois tan primarios e impulsivos en vuestras emociones que no le encontráis sentido a las nuestras, ¿o no? No sé a qué te refieres. Pues que reducís nuestros sentimientos a la mínima expresión. Nuestros sentimientos no son para vosotros más que un mero acto de reflejo, un acto instintivo. ¿Por qué menospreciáis el instinto, si el instinto es la primera inteligencia? ¿Cuándo os vais a dar cuenta de ello, si se puede saber? No lo sé, los científicos dirán. Si ya lo sé, siempre tenéis que andar esperando a lo que digan los científicos o los teólogos o los filósofos o los polític… ya te vale… porque sois incapaces de escuchar a vuestro propio instinto… porque ya hace mucho que lo habéis perdido. Y así nos va. Me parece que hoy estás un poco paranoica.
Si hubierais hecho caso a vuestro instinto no habríais tardado tantos siglos en daros cuenta de que venís del mono. No fue más que vuestra inteligencia la que hizo que os perdierais en elucubraciones. ¿Cuándo os vais a percatar de que todos somos iguales? Porque mira que sois lentos de entendederas. Ya tuvisteis vuestra oportunidad hace dos mil años, pero la Biblia dictó sentencia: infundiréis temor y miedo a todos los animales… quedan a vuestra disposición. Sólo hay un escena en toda la Biblia que abogue, de manera bastante vaga por cierto, por el respeto a los animales. ¿Ahora va a resultar que te has leído la Biblia entera? No, pero me he leído a Schopenhauer, que es el que lo dijo. Y a Tolstoi, que ya en 1914 auguraba que mientras hubiera mataderos habría campos de batalla. Todo va directamente asociado: no podéis seguir consumiendo carne y pretender tener un equilibrio mental ni medianamente normal. Algún día os habréis de enterar de que cada mejora en vuestra relación con el mundo animal supondrá un avance en el camino de vuestra felicidad. Y son muchos los que han escrito sobre eso. El mismo Thoreau dijo, ya hace más de 150 años, que la superación del acto de consumir carne supondría en la humanidad el mismo avance progresivo que supuso la superación del canibalismo. Que es lo mismo que decir que esa costumbre milenaria de ingerir carne es la que ha moldeado vuestra naturaleza y os ha hecho más agresivos. No me toques las narices a ver si te voy a echar a la cazuela. Pues que sepas que fueron los griegos los primeros que hace más de dos mil años lo dijeron; esos mismos griegos que sentaron las bases de vuestra civilización y que, por supuesto, también quisieron sentar las bases de la nuestra. Pero llegaron los romanos, que a lo que parece se aburrían, y nos echaron al circo. Una actitud bastante lejana de lo que predicaban los antiguos filósofos pitagóricos que nos concedían una vida animada parecida a la vuestra, elevando la ternura para con nosotros a rasgo distintivo del amor fraterno. Ternura y fraternidad, palabras demasiado hermosas para consentírselas a un senza anima. Dos mil años para desmontar este concepto en occidente, mientras en oriente el budismo evolucionaba hasta proclamar la paridad del alma animal y humana. Pasos tremendamente opuestos. ¡Aguántala a la señora vaca que nos ha salido leída! Por algo me llaman ‘la vache que lit’…

No hay comentarios:

Publicar un comentario